Martes Santo
«Era de noche», señala lacónicamente el evangelista, queriendo indicar no sólo la noche como ausencia del día, sino la noche como presencia de las tinieblas del pecado, de la oscuridad del egoísmo y de la sutil niebla de la traición.
Humanamente, la vida de Jesús termina en un rotundo fracaso. Parece como si sus palabras tan llenas de vida, sus signos liberadores y sus gestos en favor de los hombres no hubieran servido para nada. Nadie habría podido decir, con más razón que Él, aquellas palabras del profeta Isaías, que se proclaman hoy: En vano me he fatigado; inútilmente he gastado mis fuerzas.
Quien caminó rodeado de multitudes, a la hora de la verdad, apenas si congregó a media docena de personas en el momento definitivo del Calvario: ni los pobres a los que había defendido; ni los enfermos a quienes había curado; ni los discípulos, testigos de tantos signos, estaban allí. Humanamente hablando, su vida terminó en un profundo fracaso. Quizá por eso Jesús resulta poco atractivo para nuestro mundo, tan pragmático y tan volcado en la eficacia.
Estamos en la semana definitiva y Jesús lo sabe, por eso congrega sus discípulos a una cena de despedida. Y el aperitivo les lanza una confidencia: Uno de vosotros me va a entregar, profetizó Jesús, desahogando su corazón. Abatido por el final de la historia, abre sus sentimientos en una queja amorosa. Dice el Evangelio que los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Y sigue una rueda silenciosa de reconocimiento, buscando al culpable. Jesús acabará con la incertidumbre. Dice a Judas: lo que vayas a hacer, hazlo pronto…El relato sigue escueto: Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche… Fue a cerrar el trato de la traición. Y Jesús se levanta y provoca un diálogo dramático con Pedro: el apóstol quiere seguir al Maestro allá donde vaya, dispuesto a dar su vida por él. Pero el Señor le sitúa en la carne de su debilidad: ¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que hayas negado tres veces.
Traición de Judas, debilidad de Pedro, cobardía de los otros discípulos: un aparente fracaso humano del Maestro. Pero no deberíamos dejarnos engañar por las apariencias. La cruz, un aparente fracaso, es el árbol que germina en vida. La traición y la debilidad de los más íntimos provocarán en Jesús un ansia renovada de perdón y amor. La complicidad de la noche será descubierta por la luz de la Resurrección.
Tuit del día: Los traidores del Maestro son numerosos. Pero el amor Dios es más poderoso que el pecado ¿Acojo con humildad al perdón que me ofrece Jesús?
Alfonso Crespo Hidalgo