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Santa María, Señora nuestra, bendita entre todos y llena de gracia. Que, aunque pecadores e indignos, nos sintamos hijos tuyos en todo tiempo y lugar.
No quieres, Señor, que hagamos grandes cosas. Al menos, de forma permanente. Es en las tareas sencillas de cada instante donde nos pides que trabajemos
Señor, somos conscientes de que no somos lo suficientemente humildes. Porque nos gusta que reconozcan nuestra valía y nuestros méritos. Porque nos consideramos superiores a
Señor, ayúdanos a distinguir la felicidad verdadera de la que es solamente ficción. Para vivirla como Tú quieres que la vivamos. Para transmitirla a quienes
Dos virtudes unidas, sobre las que se asienta la santidad. Sin humildad y sin caridad, nada somos y nada de lo que hagamos tiene sentido.
Nada de lo que hagamos por los demás quedará sin recompensa. Ni siquiera una sonrisa a esa persona que nos ha mirado con animadversión. Si