
LUNES SANTO
Hoy es Lunes Santo. Hemos abierto con el domingo de Ramos nuestra Semana Santa. Comenzamos a vivir unos días llenos de intensidad religiosa, preparados durante la Cuaresma.
El relato evangélico de hoy nos presenta un pasaje cargado de sensibilidad y emotividad: María, hermana de Lázaro el amigo del Señor, a la que la tradición identifica con María Magdalena, la pecadora a la que se le perdonó tanto, quiere mostrar su amor al Maestro ungiendo con perfume sus pies, después de lavarlos con sus lágrimas y secarlos con sus cabellos. Al destapar el tarro de la esencia, la casa se inundó de su agradable olor.
Para ella, es un «derroche de amor agradecido». Para algunos discípulos un despilfarro y murmuran: se podía haber vendido y dar el dinero a los pobres. Pero el Maestro sale en defensa de aquella mujer agradecida: ¡dejadla, me está ungiendo para la sepultura! El perfume que se difunde es el amor que brota del perdón recibido y un anticipo del suave olor de la resurrección.
El pasaje de Betania, la presencia de Jesús entre sus amigos Lázaro, Marta y María, nos muestra la profunda humanidad de Jesús: tiene amigos, llora por Lázaro, necesita el descanso y el sosiego tras los duros caminos del Evangelio. Humanidad que culmina en una «muerte como la de cualquier hombre». Pero esta es una muerte distinta. Es una muerte envuelta en el sudario de una vida entregada por amor. Este gesto de la unción, derroche de gratuidad, es alabado por Jesús en un apunte del evangelio de Mateo: os aseguro que en cualquier parte del mundo donde se proclame esta Buena Noticia, se recordará también en su honor lo que ha hecho ella (26,13).
Este episodio nos lleva a reflexionar sobre la actitud de Jesús ante la mujer. Los relatos evangélicos reflejan un cierto asombro de sus contemporáneos por el trato de Jesús con las mujeres: las costumbres judías de la época, prohibían tajantemente hablar por la calle con una mujer, hacerse acompañar por ellas, incluso ser servido por manos femeninas… Y en el evangelio, Jesús trasgrede estas normas: habla con una desconocida, una samaritana hereje; se deja acompañar, hasta el Calvario, por varias mujeres, fieles hasta el final; es servido en Betania por Marta y María. Incluso varios de sus milagros son suplicados o recibidos por mujeres: la resurrección de Lázaro, la viuda de Naím, la hija de Jairo… A veces, su actitud provoca escándalo, como cuando se deja tocar los pies por la mujer pecadora, en casa de Simón… No extraña que sea acusado de mezclarse con «publicanos y prostitutas»; él responderá que también de ellos es el Reino de los cielos. Incluso, confió la primera noticia de la Resurrección a una mujer: María Magdalena.
Pero lo realmente llamativo es la amistad, densa en claridad, esa profunda amistad que Jesús experimenta y muestra hacia varias mujeres: Marta y María de Betania, María Magdalena. Sí, Jesús, hombre pleno, gozó de la amistad enriquecedora de la mujer. La presencia de la mujer en la vida de Jesús, comienza ya en el designio de Dios de que su Hijo nazca de una mujer, María, concediéndole la dignidad más alta: ser la madre del Salvador.
Tuit del día: La amistad es un perfume que inunda de alegra la vida. ¿Cultivo la amistad con el bálsamo de la fidelidad y cuento entre mis amigos al mismo Jesús?
Alfonso Crespo Hidalgo