Domingo VI de Pascua
«Dios es amor». En el Evangelio hay frases que son como relámpagos. Frases que resumen de una forma gráfica y sencilla el insondable misterio de Dios. Una de ella es: «Dios es amor». Pocas definiciones hay de Dios en el evangelio, pero ésta es la más contundente.
Y nada puede definir mejor lo indefinible, el Misterio de Dios, que aquello que nos es más cercano y connatural al hombre: el amor. Si el hombre es un ser que ama, es más, un «ser que se construye amando», Dios, a quien no vemos, no podemos sino definirlo como el perfecto Amor. Y por eso, también, es el amor lo que identifica al cristiano: «¿Quién es un cristiano? aquel que amando, se parece a Dios».
Pero el amor, como todos los grandes conceptos, es muy manipulable. Hay muchas formas falsas de amar: hay quien de su amor hace un «fondo de inversiones»: amo para que me amen. En realidad, es una forma solapada de egoísmo. Y el egoísmo sólo puede cosechar soledad. El amor cuando se hace posesivo rompe la relación y encierra a las personas en el círculo vicioso de egoísmos compartidos.
Hay, también, quien del amor hace una «letra de cambio»: amo a quien me ama o espero a que amen para dar amor. Quien así actúa, por lo regular termina desesperado aguardando recibir limosnas de amor. Mendigo de caricias y de sonrisas, camina como un continuo insatisfecho: esclavo de la medida de lo que recibo, no sabe gustar del sabor de lo que pude entregar.
Otros, incluso, menosprecian el concepto de amor y piensan que «todo tiene un precio» y que también el amor se puede comprar con un «cheque al portador»: se reduce el amor a sexo, la amistad a negocio, las relaciones humanas a contactos sociales hipócritas. Y cuando se compra lo que no tiene precio, poseemos sucedáneos que nos dejan profundamente vacíos.
Estos falsos conceptos de amor, manosean la definición de Dios. Jesús, nuestro Maestro, quiere dejarnos claro cómo entiende amor. Por eso, escoge ejemplos preclaros del amor humano para mostrarnos la calidad de su amor: Dios ama como un padre, como una madre ama a sus hijos, como un amigo ama a un amigo: el amor es «una inversión a fondo perdido». No es un egoísmo posesivo o un dominio que anula, sino donación y entrega: ¡nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Es claro el radicalismo de Jesús: amar es «¡dar la vida!». Así lo proclama unas horas antes de morir en la Cruz, adquiriendo la grandeza de un testamento, convertido en mandamiento: amaos unos a otros como yo os he amado.
Tuit de la semana: Nadie tiene más amor que quien da la vida por sus amigos. Jesús es nuestro amigo ¿Yo estoy dispuesto a dar mi vida por Él?
Alfonso Crespo Hidalgo