A menudo escondemos nuestras debilidades intentando justificarnos con el “todos lo hacen” o “esto no lo hace nadie”. Hay que ser valientes para vivir correctamente, según los mandatos de Jesús. Seamos consecuentes y vivamos como hijos de Dios que buscan hacer su voluntad al paso por este mundo. Él nos quiere decididos a dar la cara en todos los momentos de nuestra vida haciendo siempre el bien, que es lo correcto, aunque esto no esté bien visto.

Señor, gracias por tu muerte y resurrección. Gracias porque has cargado con nuestras debilidades, liberándonos de ellas. Gracias por tu misericordia, que permanentemente perdona nuestras