Los santos nos han dado innumerables ejemplos de que la vida de los creyentes es una permanente carrera hacia el encuentro con Dios y con los hermanos. Estamos llamados a caminar, sin desfallecer, para alcanzar la meta y, con ella, el premio que se nos ha prometido. No desfallezcamos, aunque encontremos muchos inconvenientes en el camino. Vayamos veloces y alegres, porque ni siquiera el cansancio de nuestra naturaleza humana será capaz de privarnos del gozo de ser amigos del Señor.

Jesús nos salvó en la cruz. En ella se inmoló por nuestras faltas. Por eso, el madero en el que fue sacrificado es el símbolo