Hermoso es confiar en el Señor, que no abandona nunca a los suyos, aunque, a veces, pueda la ceguera humana ver otra cosa distinta. Porque por muchas dificultades, cruces con las que nos carguen o nos carguemos nosotros mismos, nunca serán grandes si contamos con la ayuda del Crucificado, que siempre, con su ejemplo y su palabra, está, cual fiel Cirineo, dispuesto a ayudarnos.
Claro que la verdad a veces duele, como cuando nos la aplicamos a nosotros mismos y no coincide con nuestra manera de actuar. Decirla a