La paciencia es una virtud muy frágil. Nos cuesta a todos ponerla en práctica en muchos momentos de nuestra vida diaria. Solemos caer en la tentación de perder los nervios cuando no nos dan la razón, o cuando nos sacan los colores o cuando alguien nos adelanta en estima y valoración. Pero si hemos de ser pacientes con los demás, probablemente nos ayude a ello si practicamos la paciencia con nosotros mismos, convencidos de que con paciencia todo se alcanza.
Desde la humildad y el sometimiento total a la voluntad de Dios, María nos marca el camino que hemos de seguir, si realmente deseamos contribuir