Mucho más fácil resulta acercarnos a los otros, para brindarles nuestra amistad, si lo hacemos mostrándoles la sonrisa sincera que nos lleva a despojarnos de nuestro egoísmo, reconociendo que el otro es más importante que el yo. Hagamos amigos protegiéndolos con el cariño que brota de un corazón que busca hacer bien y no aprovecharse de nadie sino ayudar desinteresadamente.
Jesús nos salvó en la cruz. En ella se inmoló por nuestras faltas. Por eso, el madero en el que fue sacrificado es el símbolo