¡Cuánto mejor nos iría si viviéramos menos pendientes de lo que opinan los demás acerca de nosotros! A todos los niveles. Es de Dios de quien debemos estar pendientes. No de lo que digan los vecinos o los amigos. Es a Dios a quien debemos agradar. No a los que nos rodean. No al mundo que trata de engañarnos permanentemente con sus falsas promesas de felicidad. El cristiano tiene una misión: ser fiel al Señor y servirle sirviendo a los hermanos. Aunque no lo comprendan la mayoría de los que viven a nuestro lado.
Desde la humildad y el sometimiento total a la voluntad de Dios, María nos marca el camino que hemos de seguir, si realmente deseamos contribuir