Un hijo siempre confía en su madre. Quienes tenemos la dicha de llamar a María madre sabemos que siempre podemos contar con su ayuda. Cuanta mayor sea nuestra confianza en ella, más seguros debemos sentirnos. Una madre nunca reniega de sus hijos, por muy díscolos que éstos sean. Ni los deja solos cuando están cerca de los peligros. Tampoco María dejará de protegernos si acudimos a ella. Nosotros somos débiles, pero tenemos la fortaleza de nuestra madre del cielo.
Los santos nos llaman constantemente a seguir al Señor como Él quiere que le sigamos: sirviendo a los más necesitados. No hay otro camino si