
Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David
ADVIENTO IV
(Mateo 1, 18-24)
Los maltratos y las muertes de mujeres a manos de sus parejas
es una constante en nuestras llamadas sociedades avanzadas.
Raro es el día en que no nos informan los medios de comunicación
de un hecho violento cometido por hombres sin sensibilidad humana.
Hay telediarios que abren sus informativos recalcando estos horrendos actos.
Tanta barbarie se ha convertido, por desgracia, en algo habitual
y nos hemos acostumbrado a convivir con ella.
Casi no le damos importancia.
Un maltrato tras otro.
Una muerte y otra más.
Se queda todo para sumar en las estadísticas de los organismos oficiales.
¡Qué diferencia con el ejemplo de José, el esposo de María!
Hoy quiero fijarme en este personaje tan callado
y tan lleno de amor a su mujer.
Ya se han desposado, aunque aún no viven juntos.
Debía ser en aquel tiempo la costumbre judía.
José, un muchacho joven y limpio de toda maldad,
se entera de que su esposa está embarazada.
¿La abandona, aunque sea en secreto, para no dañar su reputación?
Porque él la quiere y no la desea mal alguno.
No va a juzgarla, pero…
El hijo que espera no es de él.
Hay que ponerse en el pellejo de José ante una situación semejante.
Y no siendo él el padre, ¿por qué va a cargar con la criatura?
¡Vaya dilema!
Señor, José es un hombre bueno y honesto.
Y, sobre todo, confía en ti.
Acepta el mensaje que le envías a través del ángel.
Acepta que su esposa viva con él
y tenga el hijo que él no ha engendrado.
Llenará a los dos de su amor silencioso.
A los ojos del mundo, serán una feliz familia.
A veces, Señor, los ojos se me cierran y no veo
que tú me señalas el sendero por el que he de caminar.
Me falta la humildad de José
para rendirme a tus mensajes que me repites por activa y por pasiva:
“camina amando a todos porque así amas a tu Señor”.
Dame humidad para no considerarme nunca bueno
y para aceptar a todos, aunque no entienda sus formas de vivir.
Ayuda, también, a que entre todos desterremos de nuestra sociedad
la violencia contra las mujeres.
José Serrano Álvarez
(Rezando al caer de la tarde)





