Como seguidores de Cristo estamos llamados a promover la paz. En todos los ambientes en los que nos movemos. Convencidos de que con el uso de la fuerza no se impone la razón ni la justicia. Más bien se pierde el sentido de la libertad y la dignidad humanas. Incluso la vida, que es lo más sagrado que Dios nos ha dado. Inyectemos en nuestros corazones el ansia de ser mensajeros de la paz.
Desde la humildad y el sometimiento total a la voluntad de Dios, María nos marca el camino que hemos de seguir, si realmente deseamos contribuir