Salgamos de nosotros mismos para ir al encuentro de Dios, que está presente en los hombres que nos rodean. Sepamos estar atentos a las personas que nos necesitan. Echemos una mano a quienes vemos débiles. Respondamos con una sonrisa a quien está triste. Compartamos nuestra mesa con los que tienen hambre de pan. Alentemos a los deprimidos. Acojamos a los que carecen de todo. Demos amor, sin quedarnos nada para nosotros.
Jesús nos ha demostrado su inmensa bondad. Se entregó a la muerte por nosotros. Nos sigue dando su amor cada día. Él conoce hasta las