Diariamente asistimos a la guerra que provocan tantas y tantas palabras que no debieron pronunciarse, tantas y tantas amenazas de odio, destrucción y muerte. El mundo hoy requiere, para que haya paz, menos voces, menos descalificaciones y más silencio. También nosotros tenemos mucho que callar para contribuir a instaurar la paz en nuestros corazones y en los de los que nos rodean.
A menudo nos entra la tentación de tirar la toalla y no seguir haciendo el bien. Porque, a los ojos del mundo, parece más rentable