¡Cuántas veces no nos atrevemos a dar determinados pasos, en la línea evangélica, porque nos atenazan los miedos a lo que puedan decir o pensar los demás! El cristiano ha de mostrar su valentía siempre y en todo lugar, haciendo oídos sordos a las lisonjas y a las burlas, a las amenazas y a los premios. Dejemos al lado los complejos por lo que puedan opinar sobre nosotros. Solamente debemos estar pendientes de agradar a Dios.

No es cristiano negar nuestra ayuda a quienes la necesitan. Tú nos enseñas, Señor, que debemos amarnos los unos a los otros. Y nos das