No seamos impacientes ni abandonemos el camino ante el primer impedimento que encontremos en él. A la meta se llega con esfuerzo, sacrificio y perseverancia. Y en la meta está el premio que recibiremos a su debido tiempo. No tengamos prisa por llegar cuanto antes, saltándonos todos los controles. Aprendamos a vivir cristianamente, a pesar de los obstáculos que haya en nuestras vidas. Seamos pacientes y perseverantes.
Amar a los demás, como Cristo nos ha enseñado, es reconfortante. Nunca cansa. Al contrario. Infunde mayor vitalidad. Es como si cada obra buena que