Somos muy dados a ver la paja en el ojo de los demás, mientras que nos cuesta distinguir que en los nuestros hay una viga que desenfoca la realidad. ¡Cuánto mejor nos iría si no empleáramos tiempo alguno en criticar lo que hacen o dejan de hacer los otros.
Son los hechos de cada día, más bien de cada instante, los que demostrarán por nosotros si somos cristianos de verdad. Porque no es suficiente